Newsletter #5 – Incetivos fiscales en Estados Unidos y la cirsis existencial del cine indie
California amplía el techo del incentivo fiscal para el audiovisual. Un nuevo paso que invita a reflexionar sobre dónde estamos en este contexto social en la que lo cultural es una guerra.
Buenos días,
Qué raro se hace hablar de cine, y más aún de cine independiente, en medio de esta sensación constante de caos en la que a veces no sabemos por dónde nos da el viento. Aun así, hay que hablar de lo que uno sabe, y espero que las palabras que mis newsletters os traen cada semana sirvan como pequeña invitación a la reflexión matutina.
Esta semana, el Gobierno de California ha aprobado la muy comentada ampliación del techo del incentivo fiscal para la producción cinematográfica y televisiva. El límite actual de California era de 330 millones de dólares, una cifra muy por debajo de otros territorios, como Nueva York, que lo tiene en 700 millones, o incluso países donde directamente no hay un tope marcado. Las cifras de California eran casi irrisorias si se comparaban, por ejemplo, con las del Reino Unido, un territorio con el que comparte talento, idioma y elementos culturales anglosajones. No sorprende, por tanto, que el empleo vinculado a la producción audiovisual en California llevase casi una década descendiendo a niveles alarmantes.
Según diversas organizaciones, desde 2022, se han evaporado 17.000 puestos relacionados con la producción y rodaje de contenido audiovisual, junto con otros 60.000 empleos colaterales que también han desaparecido o se han visto obligados a virar hacia otros modelos. Esto incluye empresas de alquiler de material, constructores de decorados, figurinistas, equipos de maquillaje, etc.
Esto ha generado un nuevo apodo para Los Ángeles: el Detroit del cine.
Incentivos fiscales & Cine indie
El cine independiente es, por definición, un territorio combativo, y estos tiempos no son una excepción. Como en pasados tiempos, el cine indie no solo batalla en un frente fiscal y financiero, sino también en uno creativo e identitario. Que es el cine indie hoy necesita preguntarse a que ansiedades y preocupaciones se quiere dar respuesta. Y esto es sin duda un tema complicado en Estados Unidos por estar constante mente enfrentado a muchos conflictos. Pero más allá de lo existencial, los medios necesitan ajustar el término no solo a lo temático sino a la inflación y al coste real de producir cine en 2025.
En este contexto hay que señalar algunas pequeñas victorias logradas por los players del cine hecho fuera de los grandes estudios con el nuevo incentivo fiscal de California (y en Nueva York, actualizado el pasado mayo):
75M$, el 10% del techo fiscal total, se reserva a la producción de ficción con un coste mínimo de 1M$, triplicando los 25M$ del modelo anterior.
De esta cifra, 35M$ se destinan a producciones de menos de 10M$.
Los 40M$ restantes son para películas sin respaldo de estudios ni grandes multinacionales.
Además, si alguna de las dos bolsas no se agota, los fondos pueden redirigirse a cubrir necesidades pendientes en la otra categoría.
¿Por qué un mínimo de 1M$? Porque en California, rodar por debajo de ese umbral supone poner en peligro los salarios dignos, la profesionalización de los equipos, y la viabilidad comercial del producto. Por debajo de ese presupuesto, se entra en el cine kamikaze: sin garantías económicas ni condiciones laborales básicas, y en muchos casos, sin opciones reales de distribución o exhibición.
De hecho, el auge del cine indie “rural” norteamericano responde en gran parte a estas necesidades: espacios más baratos, modelos menos competitivos, y equipos dispuestos a colaborar por amor al cine creativo. A diferencia de Europa, donde los modelos de ayudas fomentan estas migraciones, en Estados Unidos esto ha ocurrido de manera orgánica, por pura necesidad de supervivencia.
Una coalición para el futuro del indie
En medio de esta triple crisis – identitaria, económica y cultural – nació hace unos meses la Future Film Coalition, una organización sin ánimo de lucro impulsada por profesionales del cine indie norteamericano y entidades como Film Independent, Sundance Institute, Women in Film, NALIP, entre otros.
Esta nueva coalición ha colaborado con legisladores californianos para triplicar el incentivo fiscal destinado al cine indie, en un modelo muy similar al de Nueva York, donde se ha aprobado una ampliación de 100M$, con 20M$ para films de menos de 10M$ (como Anora), y 80M$ para cine independiente de más de 10M$ sin estudios detrás (como Materialistas).
Además, se ha eliminado el tope de 500.000$ que los salarios “above the line” (talento) podían destinar al incentivo. Esto puede parecer un tecnicismo, pero en realidad permite que ciertas películas indies puedan contratar actores de alto perfil sin comprometer la salud económica del proyecto.
¿Generará más empleo esta ampliación?
La respuesta inmediata es sí, pero el detalle es menos eufórico.
La pérdida de empleo en Los Ángeles ha sido descomunal (no os preocupéis por mí, nunca me gustó estar en rodajes). Este nuevo incentivo es una gran oportunidad para el cine independiente, pero plantea una duda importante respecto al resto de los 675M$ destinados al cine y la televisión mainstream. Más producciones de gran formato podrán acceder a estos fondos, y en lugar de lograr 10M$, logrará 20M$. Eso puede mantener la producción en la ciudad y generar empleo para cientos de personas.
Sin embargo, diversos informes indican que el aumento de los salarios y el coste de vida en Los Ángeles ha sido tan brutal entre 2020 y 2025, que es imposible idealizar que duplicar el incentivo vaya a duplicar los empleos beneficiados.
Una idea que debería ponerse sobre la mesa es que el departamento que gestiona estos fondos permita también destinarlos a otras áreas gravemente afectadas, como festivales, cines independientes, centros culturales, y programas educativos que llevan desde mayo sin acceso a financiación pública a causa de las nuevas politicas económicas de la administración Trump.
Estos espacios – festivales, cineclubs, escuelas – son la columna vertebral de la vida cultural del cine. Son donde nacen vocaciones, se conectan futuros colaboradores, y se forma una comunidad que luego desemboca en la industria. Sin ellos, el ecosistema se empobrece. Y si ese ecosistema desaparece, también lo hace gran parte del futuro del cine.
California y Nueva York no solo deben competir como fábricas del cine mainstream, sino también como polos culturales y creativos, como lo han sido durante décadas. En Europa esto está más claro, y por eso Europa es protagonista indiscutible en esta conversación. LATAM también ha crecido con fuerza la última década. Pero Estados Unidos se ha quedado atrás y eso es algo que tenemos que pelear. O al menos yo quiero hacerlo.
Las universidades y escuelas de cine son claves para revertir esta tendencia, pero cada vez son más inaccesibles. Su coste es inviable para quienes no pertenecen a ciertas clases sociales o logran invertir interminables horas en aplicaciones a becas privadas capaces de reducir ese coste. A eso se suma el fantasma de la IA, que amenaza con hacer desaparecer muchos empleos vocacionales, creativos, o técnicos intermedios que sustentan la industria desde abajo y, por tanto, a una clase social y étnica mucho más diversa.
Es 4 de julio, y pensé que era importante traer estos temas a la mesa. Porque al final del día, estoy a 10.000 km de España y necesitaba compartir estas reflexiones con quienes se que compartís esta pasión por el cine.
Si tenéis dudas, comentarios o ideas, no dudéis en escribirme.
Un abrazo enorme,
El cine español supera los 30 millones de euros y saca pecho con los datos de 2024 y 2023.
Las películas españolas han ingresado en lo que llevamos de 2025 un 30% más que hace un año. Las expectativas son excelente y toca no solo soñar en superar los datos de 2019, sino los de 2018, cuando se recaudaron más de 100M$.
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